Niños violentos

Niños violentos


Hoy en día hay una gran preocupación social por el aumento en el comportamiento violento, sobre todo en los adolescentes, que ha ido creciendo y diversificándose dramáticamente en los últimos años, cada vez en edades más tempranas, produciendo problemas más difíciles de afrontar e irreversiblemente dolorosos.
La adolescencia es una etapa en la que el joven experimenta grandes cambios de personalidad que producen modificaciones de conducta e inestabilidad emocional que padres y maestros no saben o no quieren manejar, por lo que deciden ignorarlos, confrontarlos para pelear, ridiculizarlos o sólo proveerlos de lo estrictamente financiero para no lidiar con la impulsividad, violencia, apatía o desfiguros que les caracteriza.
Algunos padres se dan permiso de fantasear con la idea de poder influir en sus hijos volviéndose sus “cuates”, olvidando que su función no podrá ser nunca traspolada por la ilusión de ser su amigo. Ser figura de autoridad y amor es ciertamente una tarea desafiante y aún altamente gratificante cuando se logra hacer con integralidad, sin olvidar la gran necesidad que tiene la sociedad de padres decididos y comprometidos con su rol para hacerlos funcionales.
Solemos criticar y etiquetar las necedades de los menores, pero no pierdas atención de tus propios actos cuando tus hijos hacen algo que no te gusta, pues los hijos son nuestro espejo y etiquetarlos hace que recurran a la violencia como una forma de expresión.




A veces confundimos al hijo regañándolo por lo que “es” en vez de lo que “hizo”. Al juzgarlo,  en vez de referirnos a  la acción,  lo estamos minimizando y enseñando erróneamente qué es lo que hace, cuando en realidad hizo algo mal, pero eso no significa que sea una mala persona. Tu hijo no es lo que hace, sino mucho más que eso.
Se les enseña a los hijos a mentir cuando en vez de dialogar comienzas a gritar, lo amenazas o lo insultas. Lo que conseguirás es que no logre practicar la honestidad y que se esconda siempre tras las justificaciones como una manera de defenderse de tus desprecios y groserías, estará más atento a protegerse y dejará de escucharte sin acaso pensar en corregir. Es con un diálogo sereno como el chico logrará mirar su falta, aceptar que se ha equivocado y dirigirse a enmendar su error.
Acompáñalo  a sentir que  su padre, no es su verdugo ni su peor juez sino su respaldo para que enfrente sus errores y experimente la sensación de resolver por su propios meritos. Eso es construir fortaleza psicológica, ese acompañamiento edifica la seguridad de poder atreverse a intentar nuevos retos pero con la mesura de que enfrentará él mismo las consecuencias positivas o negativas de su osadía.
Impulsarlos a dar su opinión, a exponer sus ideas, a entender sus sensaciones y expresar sus emociones de manera  inteligente es una actividad que debemos practicar en la familia. Ayúdalo a identificar que tal vez  se siente frustrado en vez de engancharte con él en sendas peleas y palabrerías. Si entusiasmas a tu hijo a articular sus ideas promoverás  su madurez de pensamiento y con ello estas sentando las bases de una herramienta fundamental para la vida: la responsabilidad.
Sobreproteger a los hijos los haces frágiles como también exponerlos a situaciones difíciles de manera precoz los hará nerviosos, desertores por temor al fracaso y temerosos de emprender cualquier tarea. A lo largo de la vida es sano irles entregando “herramientas” que serán las llaves con las que abran las puertas de su vida. Una de ellas es la resistencia: Me doblo pero no me quiebro. 
Ayudarlos a recuperarse de una decepción, de un fracaso académico, de un hecho vergonzoso será fundamental para que encuentren esa capacidad de levantarse cuando tú no estés a su lado. Hazles sentir que los fracasos son los escalones hacia la conquista de sí mismos, hacia su realización, y no una cicatriz que los marque de por vida.




Nuestra  generación milennials  se caracteriza por sentirse generalmente acorazados por el aburrimiento, se les escucha decir que sin sus móviles no viven, se les ve instalados pasivamente frente a un video juego con la mirada perdida y el maxilar relajado, todas ellas son formas ineludibles de estar preso. En las escuelas y universidades los maestros se quejan de una generación que evade la responsabilidad y busca la comodidad, que rechazan los cambios y que se resisten a dar de ellos a menos que sean acarreados de manera directiva por las autoridades, un escenario que refleja la altísima dependencia que tienen los jóvenes y que nos muestra lo urgente que es verlos rescatar su capacidad de pensar, actuar y decidir de manera independiente, sin recurrir a la aprobación previa o a las opiniones de terceros y sin experimentar ansiedad o culpa, o sea sin depender de nadie para construir su ruta. 
La autonomía es un requisito para llegar a la libertad y su alcance revela altos niveles de madurez psicológica y afectiva, sin lugar a dudas, el control de la propia vida. Cuando cumplimos con nuestro de deber de padres de enseñar a ser independientes, a ver por sí  mismo sin convertirte en antisocial, logramos que  los apegos a la tecnología,  al alcohol,  a las drogas, al sexo indiscriminado  se caiga y se apague.
Puede resultar conveniente que para hacer nuestro trabajo de padres con eficacia demostremos estar presentes en los momentos importantes y los aparentemente intrascendentes de la vida de nuestros hijos. Esa una de las formas infalibles de manifestarles amor y conducirlos a amar lo que hacen,  a darle importancia a la presencia de los otros en sus vidas, saber estar con nuestros hijos es el camino a ser dignos pues la experiencia de sentirme flanqueado por mis padres me hace sentir que merezco todo el bienestar y que soy valioso.
No pretendas darles lo que no te dieron, pues inhabilitaras su deseo de perseguir ideales y se sentaran a merecer sin acaso ofrecer nada de sí mismos, la palabra servicio será irreconocible para ellos.
Asumir la tarea de concebir un hijo y de criarlo permite que el hijo introyecte y haga suya la palabra COMPROMISO, sin largos discursos le estas mostrando que harás las cosas cuando hay que hacerlas y no cuando tengas ganas de hacerlas; sin postergas ni pretextando culpar a alguien por lo no hecho o lo no recibido. Cuando frente a nuestros hijos responsabilizamos al gobierno por “no darnos”  o por “no hacer lo debido” estamos dando cátedra de victimización, de auto compadecernos y formamos parte de ese gigantesco núcleo de pasivos criticones que no son más que un lastre al no ser generadores de cambios, que no aportan ni construyen,  solo piden y se lamentan sin tocar uno solo de sus recursos humanos para dignificar su raza.
La salud mental debe ser parte de nuestras prioridades a atender en todo momento en todas las etapas de la vida, pues es fácil juzgar de “loco” a un joven adolescente que sufrió el abandono de sus padres, que nunca aprendió a  hacerse cargo de si mismo porque nunca se nutrió de alternativas para resolver sus problemas, que pasaba largas horas a solas agobiado por el silencio o por el atiborramiento de sus interminables series de televisión y altares de videojuegos, un ser humano que no pudo poner en palabras lo que sentía y que nunca reconoció la necesidad de ayuda que su alma gritaba sin ser escuchado. Atiborrados de indiferencia o de abundancia viven nuestros niños y jóvenes hoy….¿qué haces tú como educador o como padre?

 Tips para prevenir la violencia en los adolescentes:
·       Evita que la violencia sea vista como algo aceptable en la familia


·       No intimides a tu hijo. Un niño amenazado puede ser un niño agresivo como una forma de protegerse.


·       Identifica signos de alarma y actúa: aislamiento, irritablidad, inapetencia, insomnio, mutismo, bajo rendimiento académico, bajón de peso, desorganización y falta de higiene, amenazas de suicidio.

·       No des dinero sin saber para qué lo usará.

·       Supervisa lo que hace con su tiempo libre.

·       Conoce a sus amigos.

·       Vincúlate con sus actividades.

·       Evita los medios de comunicación violentos.

·       Dialóga mas, detente a escucharlo.

·       Evita la manipulación o el condicionarlo para que haga las cosas. Opta por el convencimiento.

·       Adáptate a sus cambios. Son transitorios.

·       Inclúyelo en los proyectos familiares

·       Construye una fuente de tolerancia en la familia. No reacciones ante lo que no te gusta.

·       Practica la disciplina y exhorta a los hijos a seguir hábitos. Eso lo hará sentir seguro.

·       Pon limites claros que sean comprendidos y aceptados por la familia.

·       Respeta sus momentos de privacía pero supervisa constantemente sus redes sociales y su teléfono.

·       Ten los teléfonos de sus amigos mas cercanos y de preferencia conócelos.





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