LA ASERTIVIDAD EN EL NIÑO, LA HERENCIA QUE NO DEBE FALTAR.




Vivimos tiempos complicados en donde encontrar el punto medio entre protegernos y defendernos resulta confuso, alcanzar nuestras metas requiere vencer obstáculos y si para los adultos resulta a veces complicado distinguir entre agredir para lograr la meta o resignarme a lo que se logre, para los niños resulta más confuso aún, porque por un lado les pedimos que respeten a los otros pero al mismo tiempo sepan defender sus derechos. El desarrollo emocional de los niños debe ser considerado como un aspecto fundamental a cuidar en la crianza de nuestros hijos pues resulta fundamental para el desarrollo armónico de su personalidad y es una de las más delicadas y a veces omitidas responsabilidades parentales y tal vez la mejor herencia que podamos dejarles. Capacitar a nuestros hijos con la mejor educación académica no basta para enfrentar un mundo como el de hoy, se precisan cualidades emocionales específicas que pueden abrirles paso por los recovecos que los desafiarán. Hoy les hablaré de una en particular, la asertividad. A pesar de ser poco conocida es cada vez más convocada pues aporta la solución a muchos problemas: saber decir “No” en el momento indicado, de la manera apropiada y a la persona indicada. Enseñar a nuestros hijos a ser “asertivos” es una manera de darles seguridad, autoconfianza y certeza. Muchos adultos en nuestros espacios de trabajo se ven atribulados por no saber poner límites a tiempo o de la manera correcta o a la persona precisa, y al ser inasertivos se estresan, se vuelven violentos o se desquitan con quienes no tienen nada que ver con su problema. Lo mismo ocurre con los niños, quienes por su inmadurez no logran distinguir ese equilibrio entre agresividad y pasividad, y se les ve entrar en una rabieta sin control, o exigir sus derechos de manera agresiva, o por el contrario evitan dar su opinión, en otros momentos se tornan permisivos siendo sujetos de agresiones debido a esa pasividad y en muchos casos hasta son medicados farmacológicamente y de manera inapropiada por parecer descontrolados o ausentes.




¿Cómo lograr que mi hijo se conduzca de manera serena expresando sus sentimientos e ideas de manera oportuna y adecuada? Debemos tener en cuenta los dos grandes errores en la comunicación: la pasividad y la agresividad. Por un lado, los niños pasivos son aquellos que no pueden expresar lo que sienten, que callan cuando deben hablar, que permiten agresiones sin buscar ponerse a salvo, son incapaces de actuar en situaciones incómodas; mientras que, por otro lado, los niños agresivos saben defenderse, pero siempre usando la violencia o agresividad aplastando o anulando a los demás. La asertividad es el punto medio y equilibrado entre estas dos situaciones y es el estado ideal a la hora de comunicarnos con los demás. Existe mucha literatura al alcance para aprender a ser asertivos, sin embargo los pequeños aprenderán a ser asertivos de lo que observan en sus padres o tutores y serán sus principales figuras de imitación. He aquí algunas ideas para lograr enseñar esta indispensable habilidad en los pequeños:
Enseña a tu hijo a negociar una solución en vez de buscar tener la razón.
No permitas ni practiques conductas agresivas en casa pues se vuelven patrones a seguir el resto de sus vidas.
Deja que tu hijo te vea evitar conductas agresivas en tu interacción social, familiar o laboral.
Usa la amabilidad y el respeto con tus hijos.
Permite que argumenten de manera respetuosa
Involucra a tu hijo en cursos de control de impulsos y autocontrol.
Fomenta que expresen sus sentimientos
No minimices sus opiniones aún si ellas carecen de fundamentos.
Ayúdalo a reconocer cuando está siendo agredido y exhórtalo a poner límites
Enséñale a ser amable y a hablar directo y sin rodeos de lo que necesita o piensa.
Ayúdalo a identificar cuando se siente sobrecargado de energía y disponte a ayudarle a canalizarla a través de la actividad física y mental. Ejercicio y meditación u oración.
Acompaña a tu hijo a experimentar logros. Eso fortalecerá su autoestima y lo hará sentirse seguro para luchar por su lugar en el mundo.
Y lo más importante, enseñar a nuestros hijos a ser asertivos implica que tu mismo lo seas y que hagas una sana práctica de esta habilidad en tu día a día.


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