HIPERPAPÁS: ¿SÚPER MADRES Y SÚPER PADRES DE VERDAD?
Una de las más grandes aspiraciones que todo padre o madre emocionalmente equilibrados desea lograr en la crianza de sus hijos es que éstos sean capaces de conducirse de manera autónoma tomando decisiones responsables cuando se alejan del hogar y falte la supervisión. La meta está en criar hijos que puedan enfrentar la vida de manera sólida sin fragilizarse ante los retos que la vida les presente. Sin embargo, muchos niños hoy día, son víctimas de sus propios padres al ser cuidados de manera equivocada. Al ser sobreprotegidos por sus padres, los menores inhabilitan sus habilidades para resolución de problemas, generando con esto una personalidad frágil que se rompe ante la sensación (ya ni siquiera ante un verdadero problema) de tener que tomar una decisión como ponerse a salvo, o como anticiparse a no participar en una situación de riesgo.
Tú podrías estar dentro de la desafortunada tipología de un hiperpapá al saturar de atención a tu hijo o al facilitar todo el entorno de su vida haciendo por él cosas que podría hacer por sí mismo. Toma nota de los siguientes síntomas del padre que atrapado en sus miedos a que sufra o a que le pase algo malo no permite que nada pase y finalmente lo logra: su hijo acaba por no tener una vida propia, pues sus padres siempre se encargaron de enfrentar la vida por él, arriesgarse por él, decidir por él, incomodarse por él, y como resultado tenemos a un hijo que ve los pequeños retos como un gigantesco monstruo en 3D. Apabullado cuando se le da la oportunidad de elegir cualquier cosa, congelado en su interacción social cuando se ve alejado de sus figuras paternas y miedoso de ser él mismo pues cuando sus padres le resuelven hasta el llanto, El no conoce sus límites ni sabe de qué es capaz pues sus padres se encargan de incluso adivinar lo que al pequeño le hace falta tomando siempre la delantera en voz alta sin permitir que el niño sea el protagonista de su propia vida, pues hasta se expresan en plural cuando se refieren a las cosas de su hijo: “estamos haciendo la tarea, estamos en semana de exámenes, el viernes tenemos torneo, ganamos la final de la competencia, etc.” Los padres podemos convertirnos sin la más remota idea en mayordomos de nuestros hijos y éstos en meros espectadores de sus propias vidas, logrando que a la larga estén tan artos de nosotros pero incapacitados para vivir sin nosotros.
¿Pero cómo me convertí en un hiperpapá si amo a mis hijos profundamente? La vida de hoy nos llena de miedos que se convierten en ansiedades. La sensación de querer ir un paso adelante abriendo camino a nuestros hijos puede provocar que queramos hacer las cosas por ellos, mejor que ellos, más rápido que ellos para poder calmar nuestra ansiedad por estar por encima de la mediocridad sin reparar en que nos estamos reafirmando como “buenos” padres (una tarea infantil que les toca a ellos y no a nosotros) cuando en realidad estamos “robando cámara” a nuestros menores, estamos aplastando sus derechos de la infancia.
¿Cómo superar el vicio de la hiperparentalidad?
Identifica tus propios temores adultos para evitar lastimarlos con tu sobreprotección.
No desacredites las normas o actitudes de los profesores de tus hijos
No lo hagas creer en que el mundo está hecho a su medida, pues cuando repare en la verdad le resultará insoportable.
No permitas que la empleada domestica haga todas las tareas íntimas de tus hijos tales como ordenar su cuarto, seleccionar su ropa sucia, etc.
No les des todo lo que pidan, llevarlos a experimentar una razonable cantidad de frustración los llevará a la búsqueda.
Dales espacio para “ser” y no los satures del “hacer”.
Disponte para tomar tú mismo un descanso, un padre relajado es un padre que influye en vez de alejar a sus hijos.
Hay cosas que son optativas y otras que simplemente debes decidir por ellos terminantemente.
Reconoce sus logros de manera personal y no a través de las redes sociales.
No lo salves de pequeños retos, déjalo asumir sus desafíos a cierta distancia.
Goza por primera vez de ser padre, sin prisa, sin sobreexigencias, disfruta la trayectoria pero a una razonable distancia, no quieres parecer una antena parabólica atado al hombro de tu hijo, tu sabrás cuando en realidad te necesite y él sabrá pedir tu ayuda.
No podrás eximirlos de sufrimiento que implica crecer pero si podrás estar ahí para acompañarlo a transitar por la experiencia. No existen los hijos perfectos, no te pierdas en ese ideal, pero si puedes celebrar su ser único y especial. Tus afectos siempre serán su mejor aliento en tiempos difíciles y será lo que busquen al regresar siempre a casa.
“El maestro joven enseña todo lo que sabe,
El maestro maduro enseña todo lo que le interesa,
El maestro sabio enseña aquello que su discípulo necesita
Y más aún, el más sabio de todos, deja que el otro aprenda."
José Gómez del Campo.
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