Hacer las paces con la comida.
¿Por qué comemos tanto? ¿Te has sentido poseído por la implacable
necesidad de consumir algo?¿Por qué hay tantas personas a dieta? ¿Por qué el
peso está en “top one” de la lista de preocupaciones? ¿Por qué está de moda que
todos están a dieta pero pocos denotan salud física? La información alimentaria es abundante y está
por doquier.
La mayoría de nosotros sabemos lo que es bueno y malo a la hora de
comer, entonces ¿por qué fallamos y
caemos nuevamente? La psicología de la alimentación es una herramienta para
conseguir la salud. Todos deseamos pero
no buscamos un verdadero estado de completo bienestar físico y mental, a veces solo nos avocamos a la ausencia de
enfermedad física o nos aseguramos de que no falte una aspirina a la mano pues
solo nos dedicamos a aplacar sensaciones de dolor.
En nuestros intentos fallidos por mejorar nuestra alimentación
empezamos a culpar al gobierno por no
proveer servicios nutrimentales de mayor calidad o a veces nos rendimos ante el
desorbitante monstruo de la industria que ofrece productos dañinos escondiendo
esos mensajes subliminales en
espectaculares apetitosos con caras felices.
Todos llegamos a sentir antojos: algo agridulce, masosito, picosito
o dulce, muchas veces esos antojos tienen componentes biológicos emocionales
y otras son un autentico deseo tan fuerte que la urgencia por comer
aquello nos rebasa y nos hacemos sordos para ir por eso que necesitamos ya¡ Las
emociones influyen de manera ciega en nuestra manera de comer, a veces lo que
necesitamos es un abrazo y no un pastel de chocolate, otras necesitamos ser
escuchados y no unos unos tronadores tostitos con queso derretido, o tal vez
necesitas más pasión en la cama y no un vasolote cremoso y picante. Lo mismo
aplica para el cigarro o la bebida, el antojo surge a veces por aburrimiento,
por inseguridad, por tristeza o por algo que no he podido resolver.
Al atender problemas de
trastornos de la alimentación enseño a los pacientes técnicas para detenerse un
instante y escuchar la verdadera necesidad que se esconde tras esa automática
compulsión a complacerse saciando los antojos. Aprender a escuchar los mensajes
detrás de nuestras urgencias alimentarias nos habilita para no actuar como poseídos tras
la nicotina o las harinas. Siempre hay una lección implícita en nuestros
deseos, son oportunidades para viajar dentro de nuestro ser y aprender a no
darnos tantos gustos destructivos, para no “premiarnos” llenando necesidades
que no son alimentarias sino emocionales.
No es lo mismo tener antojo de una ensalada de berros y champiñones que
de una crepa de cajeta y chantillí.
Tips para lograr hacer las paces con la comida:
- Aprende a identificar esa gran necesidad de algo y sostenla en vez de correr a satisfacerla.
- Inicia un entrenamiento en “hacer pausas”. Pausas para observar y sentir antes de actuar.
- Piensa en que después de la pausa vendrá una abundante sensación de liberación sin culpa.
- El esfuerzo sostenido es un término que debes empezar a emplear para ti.
- Acepta que no ceder ante un antojo puede ser doloroso, pero te regalará el poder de decisión.
- Aprende a distinguir entre placer, deseo y apetito.
- Desafía a tu ansiedad y a tu estrés haciendo un revés a la conducta de siempre.
- Distingue tu hambre emocional de la auténticamente biológica.
- Revisa la relación con tu madre.
Comentarios
Publicar un comentario